Es bastante normal que muchas de las tendencias de diseño que también llegan a la decoración de interiores y la moda, tengan su origen en la historia del arte.
Bueno, esto fue justamente lo que pasó con el Art Deco, un estilo arquitectónico, industrial y gráfico que se popularizó en la década de 1920 y 1930. Pero no fue hasta 1966 que se le atribuyó el nombre “Art Deco” con ocasión de la muestra retrospectiva Les Annés 25, una conmemoración de la Exposición Internacional de Artes Decorativas Modernas de 1925.
Esta corriente nació y se popularizó en Europa, específicamente en París, al finalizar la Primera Guerra Mundial, para luego extenderse hasta América. Y aunque este estilo cayó en desuso después de la Segunda Guerra Mundial, su legado sigue siendo evidente en la arquitectura moderna.
Su estilo se caracterizó por el uso de formas geométricas y líneas elegantes, así como materiales lujosos como el vidrio, el mármol y el bronce. El Art Deco se utilizó ampliamente en edificios públicos como teatros, hoteles y rascacielos, y se convirtió en un símbolo de la modernidad y el progreso.
Hoy en día, la influencia del Art Deco se puede encontrar en una amplia variedad de edificios modernos, y a pesar de ser considerado un estilo histórico, su estética elegante y atemporal continúa inspirando a arquitectos contemporáneos de todo el mundo.
Un aspecto distintivo del Art Deco que podemos seguir apreciando en nuestra época es la implementación de luces y lámparas, pues estas son un elemento clave en la decoración de este estilo, y se utilizan para resaltar las características arquitectónicas y crear un ambiente acogedor y sofisticado.
Asimismo, los detalles ornamentales elaborados, que incluyen desde esculturas y bajorrelieves, hasta mosaicos y frescos, también son una parte integral de este estilo que todavía podemos apreciar.
No cabe duda de que, a pesar de que ha pasado más de un siglo desde su surgimiento, el legado del Art Deco sigue siendo evidente en la arquitectura moderna.